Es conocido que el violín es uno de los instrumentos europeos con mayor difusión en el plano popular. Un objeto que por su desarrollo, versatilidad y portabilidad ha conquistado grandes superficies, especialmente aquellas bajo el área de influencia occidental. El caso de Canarias no es una excepción, puesto que es el único cordófono frotado aún en uso en nuestra geografía. Desde que existen fuentes parece ser un elemento indispensable en los ensambles populares y las orquestas de baile, por encima incluso de la bandurria o el laúd (obsérvese el caso de las orquestas de El Escobonal, Tenerife). En la actualidad, los intérpretes folklóricos de violín han visto menguado su número de manera alarmante, quedando apenas un puñado de ellos en Fuerteventura, Tenerife y Gran Canaria principalmente. Es importante añadir que existen notables fuentes del uso del rabel en Canarias, aunque no queden intérpretes vivos. El violín en su actual disposición se conforma en el Barroco, esto es, cuatro cuerdas afinadas a distancia de quinta justa que de grave a agudo dan sol, re, la, mi.