ARRORRÓ
ARRORRÓ
Análisis musical
Somos conscientes de que esta cuestión requiere la atención de una publicación específica para abordar un género tan vasto como complejo. No obstante, plasmaremos en este epígrafe el análisis musical de una de las versiones más célebres, es decir, la de Valentina Hernández “la de Sabinosa” (1891 – 1976). Con ello en absoluto queremos establecer un criterio superficial, sino más bien contribuir desde este medio una divulgación responsablemente generalista. Se trata de una tonada exclusivamente vocal interpretada ad libitum por parte de una solista generalmente femenina a un bebé. (Véase el apunte antropológico para ampliar información). El modo es frigio, con puntuales alteraciones del tercer grado para establecer un frigio dominante o escala arábiga. La versión grabada parte de la tónica de re bemol. El comienzo de la melodía de todas las frases contiene la cabeza re b – sol b, continúa hacia el quinto grado (la b) con notables ornamentos como floreos y glissandi para concluir descendentemente una vez más en la tónica. La tonada comienza con el pasaje “arrorró, rorró mi niño, arrorró, rorró, rorró”; continúa con una cuarteta octosílaba o redondilla sutilmente interrumpida en su ecuador por la onomatopeya “ah” entonada en un sol b que desciende hasta un re b. La rima es casi siempre asonante y entre los versos segundo y cuarto. “No llores mi niño chico / no llores que me das pena, / ah, ah, / que la Virgen de Los Reyes / tu tierno llanto consuela, / ah, ah ”.
Historia
La teoría más aceptada en la actualidad es que la palabra “arrorró” ve su origen en el idioma amazigh o tamazigh de los bereberes del norte de África. Esta palabra provendría de la raíz “arrau”, “arrew” o “arru”; que, literalmente significa “niño pequeño”. Por otra parte “srru” significa “mecer o arrullar”, y “rur” quiere decir “llorar”. Según refiere García Talavera en “Guanches ayer, canarios hoy: apuntes de la historia e identidad de un pueblo macaronésico” (2016), los indígenas canarios portarían consigo la nana en su migración al archipiélago. Por otro lado, a raíz de la expansión del Califato Omeya en el siglo VIII, los árabes absorberían esta expresión y la difundirían por la Península Ibérica. Siglos después, la corona de Castilla, y posteriormente el Imperio Español, sentarían el marco geopolítico para que esta manifestación se asimilara en varios puntos de Hispanoamérica. En lo concerniente al folklore insular el arrorró se hace presente en todas las islas. Tenemos constancia de un sinfín de variantes, algunas de las cuales han recibido la atención de experimentados académicos que pronto publicarán bibliografía para regocijo de todos. Es importante reflejar que el compositor grancanario Teobaldo Power publica en 1880 sus célebres “Cantos Canarios”, en los que, entre otros géneros, está contemplado el arrorró. Será precisamente esta versión la que en 2003 se transforme en el himno de la comunidad autónoma con letra de Benito Cabrera. Las versiones más populares son las divulgadas por Valentina Hernández “la de Sabinosa” y por Olga Ramos, grandes baluartes del folklore canario.
Apunte antropológico
El arrorró es una canción de cuna o nana. Por tanto, lo contamos entre aquellos sones que, según la clasificación de géneros en base a los momentos vitales en los que son interpretados, se entonan para el primer tiempo de nuestra vida, es decir, lo que sigue al alumbramiento. El caso más recurrente es el que se da entre una madre y su hijo, pero las canciones de cuna se daban y se dan en las comunidades de muchas otras maneras. Cualquier personaje femenino como las abuelas, las cuidadoras y las nodrizas entonaban el arrorró cuando quedaban al cuidado de los más pequeños. Además, la casuística contempla intérpretes masculinos en un número notablemente menor.