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LA MEDA

LA MEDA (EL HIERRO)

Análisis musical
Se trata de un género ternario en el que se recogen diferentes patrones de tambor, y este será el único instrumento musical que acompañará a la voz. Tanto el romanceador como el coro entonan una de las pocas melodías en modo mixolidio del archipiélago, dotando a la pieza de cierto aire ingrávido que no termina de resolver. A oídos occidentales y/o académicos pareciera que toda la canción se desarrolla en un quinto grado que nunca resuelve en la tónica. La letra puede ser tan variada como lo es el romancero. A veces alude de manera improvisada a un hecho reciente sin mayor intención que la de resaltar el lirismo de una u otra situación. Otras, en cambio, se trata de un romance cerrado en el que el argumento pesa sobre otros aspectos y es transmitido oralmente de una manera concreta. En ambos casos el romanceador establece un estribillo o pie de romance al principio de la tonada que el coro habrá de repetir cada cierto número de versos. Si se repite cada dos la canción recibe el nombre de Meda, si es cada cuatro entonces hablamos de una Meda Redoblada.

Historia.
El romance es en realidad un género literario medieval que en Canarias encuentra un fértil sustrato, de ahí la multitud de ejemplos registrados en todas las islas. Transmitidos oralmente por los mayores o improvisados cuando procedía orlar un acontecimiento reseñable, los romances dejaron registrado el sentir de los paisanos al respecto de multitud temas y eventos históricos. Por tanto, además de un corpus cultural de exquisita variedad y extensión, el romancero canario es en sí mismo una fuente histórica de incalculable valor que ha sido analizada por los académicos desde el período romántico. El irregular proceso de musicalización de dichas composiciones estróficas unido a la partición del territorio del archipiélago da lugar a un nutridísimo abanico de melodías, ensambles y expresiones a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Apunte antropológico.
En el medio rural canario el romancero se significa muy tempranamente con la intelectualidad y la sabiduría. No en vano, el romanceador o la romanceadora solía ser de avanzada edad, y acostumbraba a entonar o declamar las estrofas que brotaban de su memoria rodeado de su paisanaje, que recogía el testigo para continuar con la difusión. En función del argumento distinguimos dos tipos de romance: los romances-cuento (en los que lo más importante es la narración) y los romances-escena (cuyo factor dominante es el lirismo que envuelve al tema en cuestión). Ambos tipos fueron musicalizados. Las temáticas predominantes son el amor, la muerte, la ética y la religión; aunque también destacan aquellos que abordan un hecho célebre antiguo o reciente. Es así que constatamos que más allá de su función artística, el romancero desempeña un papel crucial en la transmisión de información.

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