PASOCUMBRE
PASOCUMBRE (EL HIERRO)
Análisis musical
Se trata de un toque lento en 2/4. Pese a que los tambores producen un patrón redoblado y pese a que los pitos producen una melodía enérgica y ornamentada, este es un género de reposo para los bailarines, idóneo para senderos estrechos o pistas de picón poco aptas para la danza. Habitualmente se interpreta a continuación del Tajaraste. Se recogen al menos tres variantes: la de Tino Pastora (El Pinar, donde también lo llaman Jullona), la de Ambrosio Padrón (Sabinosa, donde también recibe el nombre de “toque de camino”) y la interpretada en los Pueblos de Isora, Valverde y El Golfo. Como ocurre con el resto de toques de La Bajada, el Pasocumbre está en un modo jónico de Mi, desarrollado por multitud de pitos al unísono que obedecen al tempo dado por los tambores y las chácaras.
Historia
La historiografía recoge en 1546 la llegada de la imagen de la Virgen de Los Reyes a La Dehesa (El Hierro), como obsequio de unos marineros que sufrían dificultades para partir al Nuevo Mundo y que fueron asistidos por los pastores herreños. Estos, como pago, recibieron la imagen de la Virgen María el día de Reyes, sellando su nombre en los anales de la historia como la Virgen de Los Reyes por este motivo. Es en 1643 que se le achaca a esta imagen el milagro de terminar con la terrible sequía que asolaba la isla, y, a partir de ese momento se la identifica con el sobrenombre de “patrona titular de las Aguas”. Una supuesta segunda intervención divina en otra sequía en 1718 terminaría por consolidar la devoción de los herreños a su Madre Amada, ahora convertida en la patrona de la isla. Recreando el trayecto en el que tuvo lugar el segundo milagro se cimentó la peregrinación lustral conocida como La Bajada de la Virgen de Los Reyes, en la que tocadores y bailarines de La Virgen llevan a cabo su peculiar folklore para regocijo de los peregrinos al grito de “¡Viva la Virgen viva!”. Aunque esta historia comienza su andadura en el siglo XVI es imposible saber cuánto parecido albergan las actuales piezas con las que se interpretaron entonces. Dicho esto, en el contexto de La Bajada se producen multitud de toques o tonadas. Existe el Santo Domingo o Baile de La Virgen, que inaugura la atroz peregrinación de 28km desde La Dehesa hasta Valverde. Los toques de la travesía rápida, cómoda y ligera son los Redondos, los Canqueos y la Jullona. El Tajaraste, la Contradanza y el Pasocumbre, en cambio, tienen un carácter lento y pausado que los hace idóneos para los tramos con mayor pendiente y de suelo inestable en los que el quehacer de los bailarines, quienes además tañen las chácaras, es más farragoso.
Apunte antropológico
Existen a nuestro juicio varias consideraciones reseñables. La primera es que cuando hablamos de Redondos, o Tajaraste o Jullona en absoluto nos referimos a los mismos como géneros musicales estandarizados o unificados. Al contrario, observamos un cada vez más nutrido abanico de variantes que se ramifican por comarcas o redondas, pueblos, familias e intérpretes. El motivo de fondo es la curiosa sinergia que se produce entre grupos de tocadores y bailarines de una comarca y otra. Sucede que los habitantes de los diferentes núcleos poblacionales aguardan en las “rayas” en las que se cede la imagen a los cargadores del siguiente pueblo. En el momento en el que se juntan ambos ensambles, los futuros cargadores habrán de remedar a la perfección la tonada emitida por quienes portan la imagen para recibirla y seguir con su tránsito. He aquí la relativamente reciente moda de alterar los toques o crearlos desde cero con el fin de desconcertar al siguiente pueblo, que habrá de agudizar su oído para salir del paso. No es de extrañar que eventualmente, imbuidos por la emoción, se eleve la tensión entre grupos llegando a generarse verdaderos conflictos. Intuimos además en esta práctica cierta voluntad para medir aptitudes intelectuales y musicales. Otro aspecto a destacar es la enorme importancia que otorgan los intérpretes a su actividad. El acto de tocar, bailar, cargar o peregrinar es capital en el ideario herreño, y muchas veces hay motivaciones que van más allá del fervor religioso. Promesas vitalicias y tradiciones heredadas también han contribuido a una celebración que interconecta la isla a nivel social y comercial. Tanto es así, que el trayecto se limpia, cuida, aplana y desbroza desde muchos años antes de que se convirtiera en el innegable atractivo turístico que es hoy.